El ruidoso enemigo de Cali

▲ Fotografía de Kampus Production en Pexels

El ruido es la segunda causa de problemas de salud en el mundo, no solo perturba la sana convivencia, sino que es una forma de violencia que está provocando el desplazamiento interno en Cali.

El ruido es una manifestación del sonido. El sonido forma ondas acústicas con una presión sonora que se mide en decibeles (dB). El silencio relativo tiene una escala de 10 dB. El ruido excesivo que pasa el umbral del dolor y provoca daño permanente al oído humano alcanza los 150 dB. Sin embargo, en la escala logarítmica del ruido, un incremento de 4.2 dB se percibe como 35% más de ruido.

El ruido excesivo afecta negativamente los mamíferos, reptiles, aves, insectos y hasta las plantas.  En los humanos, la exposición por más de una hora de 60 dB es suficiente para elevar la presión arterial, el ritmo cardíaco, causar estrés, pérdida de concentración e insomnio.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), después de la contaminación atmosférica, el ruido es la actividad humana más contamínate en el planeta. Por esta razón, esta organización ha establecido niveles máximos de ruido permitidos que han sido adoptados por Colombia. El ruido máximo permitido en las zonas residenciales es de 65 dB en horas del día y durante la noche, el límite es 45 dB (ver tabla).

El ruido es la segunda causa de problemas de salud en el mundo

La Resolución 0627 de 2006 establece la obligatoriedad de las Corporaciones Autónomas Regionales a monitorear el ruido. Las autoridades ambientales de los municipios con poblaciones mayores a 100.000 habitantes también deben hacer estos estudios bajo el artículo 66 de la Ley 99 de 1993, y el artículo 13 de la Ley 768 de 2002. Las mediciones de ruido deben actualizarse en un período máximo de cuatro años. La última medición del ruido diurno y nocturno en Cali fue realizada en el 2019.

Según el Ministerio de Salud, en el 2018 la pérdida de la audición alcanzó el 17% de la población debido la exposición continua al ruido. En la población laboralmente activa de 25 a 50 años, la prevalencia de la pérdida de audición por exposición a ruido es de un 21%.

En Cali, el ruido excesivo no solo se considera una forma de contaminación, sino un problema de salud, de violencia y de convivencia ciudadana. La cultura de la rumba, y el desorden provocado por el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) hace mucho más complejo el impacto del ruido en los caleños.

▲ Fotografía de Sora Shimazaki en Pexels

El POT del 2014 ha permitido la categorización de barrios con áreas de actividad residencial neta a usos empresariales y usos comerciales y de servicios. En estos barrios mixtos y barrios netamente residenciales funcionan de forma legal e ilegal bares, discotecas, estancos, restaurantes que carecen de algún tipo de insonorización. Además, malos vecinos imponen el ruido sobre las residencias aledañas y muchas veces, las zonas verdes se han convertido en un problema de ruido e inseguridad.

En el 2018, las zonas que presentaron más problemas por exceso de ruido fueron las comunas 2, 17 y 19. En estos lugares, se registraron más del 50% de las sanciones impuestas por la autoridad ambiental. El año 2021, el DAGMA recibió 498 PQRS (peticiones, quejas, reclamos por temas de ruido) y solo ha hecho 102 operativos para atender esta situación. La Secretaría de Salud de Cali reporta que de septiembre de 2020 a noviembre de 2021 recibió 155 quejas por ruido. Sin embargo, existe un subregistro significativo de esta problemática.

El negativo impacto del ruido es grave. La Policía Metropolitana de Santiago de Cali informa que el periodo del 1 de enero de 2020 al 1 de diciembre de 2021 recibió 335.144 llamadas por alteración de la tranquilidad pública relacionadas con el ruido excesivo. A pesar de ser la mayor causa de llamadas al 123, la policía ha impuesto en el 2021 solo 234 comparendos. Es decir, un índice de sanción del 0.0006%. Esta ínfima cifra claramente refleja que no hay proporcionalidad entre el impacto del ruido, las quejas y la imposición de sanciones disuasivas.

El ruido permanente afecta a más de 170 familias en el barrio El Lido, en la comuna 19. Pese a las constates denuncias, la autoridad ambiental está en total silencio. Muchos bares y discotecas en zonas como, Granada, el Peñón, San Fernando, Carrera 66 superan registros de 93 dB, sin que se tomen las medidas correspondientes.

Inexplicablemente, muchos de estos establecimientos cuentan con permisos para su funcionamiento a pesar de estar en zonas prohibidas o netamente residenciales. Esto hace evidentes fallas en los mecanismos de verificación de planeación, las curadurías y demás entes de reguladores adscritos a la alcaldía de Cali.

No hay proporcionalidad entre el problema del ruido, las quejas y la imposición de sanciones disuasivas.

▲ Mapas de homicidios y ruido nocturno de fin de semana.

En muchos países, el ruido excesivo se considera violencia acústica. Se incurre en este delito cuando una persona a través del sonido excesivo de una máquina, vehículo o música impone el ruido sobre los demás. La violencia acústica al ser una injerencia arbitraria que perturba la intimidad familiar y la convivencia pacífica se tipifica en códigos penales con penas de cárcel de 2 a 10 años.

En Cali, el ruido está íntimamente asociado con la violencia. La sobreposición de los lugares con mayor ruido coincide con los lugares donde se reportan riñas y homicidios (Ver Mapa). Estudios científicos y estadísticas en otras ciudades muestran claramente que el ruido está asociado con hurtos, violencia y asesinatos. De hecho, se estima que la disminución de un dB puede reducir 1.8% las agresiones. Por lo tanto, este es un tema que debe ser central en la política de convivencia ciudadana.

Desarrollar una estrategia para reducir el ruido en 10 dB podría reducir las riñas y tal vez los homicidios en 18%. Por lo tanto, disminuir el ruido y replantear el POT es clave para la salud y convivencia de los caleños.

Reducir el ruido en 10 dB podría reducir las riñas y tal vez los homicidios en 18%.

A diferencia de muchas otras lesiones, el daño auditivo provocado por el ruido es irreparable. La gente tiende a suponer que la pérdida de audición es como bajar el volumen en la cabeza, sin embargo, los daños cerebrales son más complejos. Por lo tanto, residentes, comerciantes y sobre todo las autoridades, deben ser conscientes de que el ruido, no solo es una forma de contaminación y violencia, sino también es perturbador de la armonía social.

El ruido debe ser un tema central en la política de convivencia ciudadana.

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